Después de un tiempo siendo el centro del universo, puede ser difícil el tener que compartir la atención de sus padres y abuelos. Ante la llegada de un hermano o hermana, se hace importante preparar a los chicos para un acontecimiento que cambiará sus vidas.
No importa si son muy pequeños o ya rondan la adolescencia; la llegada de un nuevo integrante a la familia siempre es un hecho mayor y, dependiendo de la edad, debemos prepararles adecuadamente.
Niños pequeños
Un niño de dos o tres años, no hará la relación entre embarazo y la aparición de un nuevo hermano de forma automática. Incluso, después de que el bebé llega a casa, les costará entender de que se trata de algo permanente.
A esa edad, hay que integrar la idea de la llegada del nuevo hermano a la cotidianidad y hacerles sentir que ellos también pasan por un cambio importante pero positivo, ya que se convierten en niños “grandes.”
Es probable que el niño haya sido hasta entonces nuestro “bebé.” Luego de la llegada de su hermanito, dejará de ser un “bebé.” Unos meses antes, debemos ayudarles a hacer la transición. Una buena idea es permitirles escoger una “cama de niño grande” y objetos que les gusten y sean propios de su nueva etapa. No hagas los cambios poco antes del nacimiento o después, ya que se sentirá desplazado, lo mejor es hacerlo unos tres meses antes por lo menos.
Una vez que el bebé nace, hay que presentárselos de forma que se sientan importantes y, cuando el bebé ya está en casa, ocuparnos de dedicarles tiempo exclusivo a ellos, sin ignorarles o ponerles en segundo lugar.
Niños medianos
A partir de los 4 años, los chicos son capaces de comprender mejor las cosas y relacionar una situación con su significado. En el caso de ellos, lo importante es explicarles de forma algo más gráfica lo que ocurre.
Existe una gran cantidad de libros y videos dedicados al tema y son ideales para acompañar una conversación. Una buena idea es que participen de la compra y armado de todo lo necesario para preparar la llegada del bebé.
Una vez que nace, podemos usar su “ayuda” de forma que se sientan importantes e involucrados. No pueden hacer mucho, pero si son capaces de pasar un pañal, llevar un juguete o darte una mano a la hora de vestirlo (pueden seleccionar calcetines o un gorrito).
Muchas padres acostumbran hacer que el nuevo bebé llegue con un regalo para su hermano o hermana mayor. Un juguete que sirva para juego de roles (puede ser una muñeca o un peluche), es ideal, ya que podrán replicar en éste las acciones que mamá hace con el bebé, imitando.
Hay que estar atentos a cambios en el comportamiento de los niños, detectando posibles problemas antes que puedan ser una complicación. Es común que un chico que ya dejó los pañales vuelva a orinarse o se niegue a comer solo, esas son señales de que se siente desplazado y quiere volver a ser el centro de atención, tal como si fuese un bebé.
Niños grandes y adolescentes
Un niño de 8 ó más años, entenderá perfectamente que su mamá está esperando un bebé y que se convertirá en hermano mayor. Algunos lo viven con entusiasmo y otros con apatía, por lo que está con nosotros el involucrarlos.
Los adolescentes, sobre todo si son hijos únicos, viven el cambio de forma diferente; si bien ya no necesitan tanto a mamá, igual sienten que es bebé se las está “quitando.” Dedicar tiempo a una actividad con ellos, ya sea una salida a cenar o al cine, mientras alguien más cuida al bebé, dará también inicio a una nueva etapa entre la relación madre-hijo o hija.
Por su edad y capacidades, los padres suelen apoyarse en los hermanos mayores para ayudar con el cuidado del bebé. Si bien es importante que se involucren, hay que cuidar de no cargarlos demasiado, ya que así el nuevo hermanito es más una carga que una alegría.
Como ven, la llegada de un nuevo bebé a la familia es un evento importante y marcador para los hermanos, sin importar la edad que tengan, pero con la preparación y cuidado necesario, estaremos dando los cimientos para el inicio de una de las relaciones más importantes y duraderas: La de hermanos.