El fin de semana pasado, mi sobrino de 4 años se encontraba jugando fútbol con el abuelo y, de la nada lanza una grosería de alto calibre. El chico no lo hizo ante una situación complicada (tirar la pelota fuera o perderse un gol), sino que creyó que era lenguaje de fútbol, ya que hace unos días había ido por primera vez a un partido profesional de futbol.
Tarde o temprano y, por más que no digamos groserías en casa, los niños comienzan a decir malas palabras: Las pueden aprender en la escuela, barrio o casi en cualquier lugar al que vayan. Lo importante es cómo reaccionar.
Qué hacer ante las malas palabras
Lo primero y más importante es no reírse: Sé que suena muy gracioso escuchar a alguien tan pequeño lanzar una palabra relacionada con un adulto enojado, pero si nos reímos, creerá que se trata de algo aceptable, no por nada entretiene al resto.
Lo que hizo el abuelo con mi sobrino fue hacer que no escuchó nada y la dejó pasar, ya que mi sobrino en ningún momento quedó esperando su reacción. Sólo nos enteramos al día siguiente.
Ignorar la mala palabra puede funcionar en el momento, pero el tema no debe quedar sin hablarse, ya que dicha palabra puede pasar a formar parte de su vocabulario.
Lo importante es no hacer sentir mal al pequeño, si bien dijo una mala palabra, el chico no es malo. Hay que explicarla que se trata de un término muy feo y que hace sentir mal al otro.
Asimismo, hay que indicar que, el decir esa palabra en público, puede significarle problemas, ya que se le considera de mala educación. No es necesario explicar el significado.
¿Es posible protegerles de las malas palabras?
La grosería que mi sobrino aprendió, corresponde a la que la barra le grita a los jugadores rivales cuando se da la formación del equipo. Como estaba con él, intente cambiarla por otra. Cuando la barra gritaba su grosería, yo decía “malo” esperando que el pequeño pudiera expresarse sin ser grosero. Mi estrategia fracasó.
Las groserías están en todos lados y abundan en algunos ambientes. Mi hermano no va a dejar de llevar a mi sobrino a la cancha por proteger sus oídos, tarde o temprano va a escucharlas.
La cosa es definir bien que no se trata de palabras que no se dicen en la familia y, si a alguno de los adultos se les escapa, aceptémoslo, va a ocurrir, pedir disculpas al resto. Las malas palabras son incorrectas para todos, grandes y chicos.
Nuestro niño dirá de cuando en cuando groserías, lo importante es que entienda que no son correctas y que su uso le traerá problemas en la escuela y casa. Si ya le explicamos y está en edad escolar, tendrá que afrontar las consecuencias.