El momento en que escuchamos una palabrota en la dulce voz de nuestro pequeño, es uno que los padres siempre temen. Por más que en casa cuidemos como hablamos, los niños terminan escuchando y repitiendo groserías.
Una de las reacciones más comunes es reírnos, ya que los niños pequeños no tienen idea cuál es el significado de la grosería que acaban de decir, pero cuando el hablar mal se hace un habito, no nos hará ninguna gracia.
Cómo reaccionar
Tal como dije al inicio, generalmente los padres se ríen, pero ello sólo contribuye a que el niño vea la palabrota como algo gracioso y que le hace destacar, así que volverá a decirla y, si no tenemos cuidado, puede volverse parte de su vocabulario.
No te hará ninguna gracia cuando la diga en la escuela o en algún lugar público. Difícilmente el chico sabrá que significa y no es necesario explicárselo con detalles, sólo indicarle que es una palabra muy fea, que hace sentir mal al resto.
Si bien hay que dar énfasis en que es una mala palabra, los dejaremos bastante confusos sino explicamos porqué. Podemos suavizar su significado y, de ser posible, ofrecer una alternativa más suave y adecuada a la edad.
El lenguaje de los niños siempre está evolucionando y ampliando y van necesitando nuevas palabras o expresiones para identificar situaciones y sentimientos. Debemos evitar que se expresen groseramente y nosotros somos los mejores para corregir y enseñar.
Dónde aprendió
Si en casa no solemos usar lenguaje vulgar, es bueno averiguar dónde la aprendió. Lo más probable es que haya sido de parte de otro chico en la escuela o quizá la escuchó en TV.
Existen muy pocos adultos que, incluso en las situaciones más extremas, no digan alguna grosería y, aunque no queramos, es posible que la haya aprendido de nosotros. Eso no te hace mala madre o padre, sino que humana.
Reflexiona y piensa en las circunstancias en que tu sueles usar malas palabras y practica mentalmente en cambiar ese habito. Trata de cambiar esa grosería que usas en un momento de dolor o enojo, por otra graciosa que sirva para describir el sentimiento al niño.
La TV es una de las mejores escuelas para aprender palabrotas y por ello debemos elegir programación adecuada para la edad. No por nada los programas están dirigidos a cierto público.
En una casa donde se cuida el lenguaje, los niños aprenden no sólo a hablar bien, sino que también a manejarse en ambientes donde las groserías son comunes y podrán enfrentar adecuadamente insultos y agresiones verbales.
El lenguaje grosero, no tiene porque ser parte del vocabulario normal y, nosotros podemos aprender a mejorar la forma en que hablamos, mientras los chicos se desarrollan y crecen.