Recuerdan cuando hablábamos de los terribles dos, esa edad en que los pequeños dejan varios comportamientos de bebés y pueden ser unos pequeños demonios.
Olviden los terribles dos, ya que para muchos padres los tres años son la edad en que sus niños, ya con mayores habilidades, los enloquecen y, esos terribles dos, parecen un paraíso.
A los tres años, un niño ya es capaz de comunicarse de manera bastante más clara y, también, sabe leer y entender las reacciones del resto, por lo que buscará extender la cuerda de lo permitido lo más posible.
Probando limites
Si bien a los dos años los niños empiezan a experimentar qué se puede hacer y qué no, a los tres comienzan con cosas más complejas, buscando ver qué pueden conseguir con diferentes tipos de comportamientos.
Al comprender mejor el causa-efecto, estos pequeños manipuladores saben qué comportamientos provocan ciertas reacciones. En un adulto sería insoportable, pero la ternura de nuestros niños los salva.
Ciertamente, el niño de tres años es más desafiante, ya que deja de lado la prueba de limites básicos y presiona de forma más elaborada. Adiós quedaron los simples berrinches (aunque dudo que los extrañes).
Por ejemplo, un niño de tres años comprenderá que te molesta que demore en ponerse sus zapatos antes de salir. No sólo exigirá hacerlo sólo, sino que, quizá deliberadamente, se tomará todo el tiempo del mundo.
Si es que le dices que no debe pisar más allá de la línea amarilla en el tren subterráneo, irá acercando su pie a ella, rosándola y mirando tu rostro para ver tu reacción, detectando qué tanto puede estirar las prohibiciones.
Tolerancia Cero
Un niño de tres años, está en un momento en que su comportamiento debe ser “corregido” si no quieres que tu pequeño sea un mini-monstruito.
Por ello, las reglas deben ser reforzadas y, no se deben dejar pasar las consecuencias. Ellos esperan que cedas y, si lo haces, perderás autoridad.
A los tres, los castigos deben ser inmediatos: El quedarse quieto en un lugar por tres minutos es una buena opción y, siempre, después de un castigo debe venir la explicación de sus causas.
Las correcciones orales, deben ser positivas: En vez de decirle “Te castigue porque fuiste malo,” lo correcto debía decir “Ahora aprendiste que esperar tu turno tranquilo es mejor.”
Los tres años también son una etapa muy reconfortante para los padres; los chicos aún buscan abrazos y están descubriendo el mundo más un poco más lejos de la mera protección de los padres.
Son lo suficientemente independientes para no andar siguiendo cada paso y, se interesan en cosas más concretas. Con mejores habilidades motrices, aprenden a montar bicicleta pedaleando (con ruedas de apoyo), arman puzles más complejos y se interesan en las manualidades.
¿Cuál ha sido la peor edad de tus hijos?