Alrededor de los seis meses de edad, los bebés empiezan a consumir alimentos sólidos y dejan su dieta de sólo leche y, durante los meses siguientes, otras comidas se irán introduciendo a su dieta, en un principio todo molido.
Cuando ya tiene dientes, pasa a alimentos picados, fáciles de masticas y digerir, pero hay un momento en que debemos dejar de preparar comida diferente para el niño, integrándolo a lo mismo que consume el resto de la familia. Pero ¿Cuándo?
Comida para niños
En el mercado, nos encontramos con alimentos etiquetados como “amigables” para los más chicos: Macarrones con queso, nuggets de pollo, salchichas, etc. Es fácil que nuestro niño se acostumbre a estas comidas llenas de preservantes y colorantes, con un alto contenido de sodio.
Si bien los pequeños sienten los sabores de forma diferente a los adultos; lo que para nosotros es un poco amargo, para ellos lo será bastante, lo mismo con lo agrio o picante, no hay razón para mantenerles alejados de la mayoría de los alimentos.
Consejos para empezar a comer lo mismo que el resto
Lo importante es ir introduciendo nuevos sabores, texturas y colores en su dieta de a poco. Además, el que el niño se siente en la mesa con el resto de la familia, lo hará querer probar lo que comen los grandes. Puedes comenzar con el proceso a los dos años.
Intenta que en un principio sean alimentos fáciles de digerir y que no mezclen muchas cosas diferentes. Si lo rechazan la primera vez, intenta de nuevo. Pídeles que coman tres bocados y luego pueden pasar a otra cosa.
No enmascares los sabores. Esa costumbre de ponerle Kétchup a todo, y eso hace que no sientan el verdadero gusto de la comida.
Arma un menú semanal equilibrado, con lugar para los diferentes grupos alimenticios. Puede haber un día de legumbres, otro de pescado, guisos, pastas, etc. No está de más aprovechar de mejorar los hábitos del resto de la familia.
Hay que estar atentos a ciertas comidas que puedan producir atoramientos: Cortar sus alimentos en trozos pequeños puede evitar que se ahoguen, pero nunca los dejes comiendo solos.
Si tu pequeño se rehúsa a dejar de lado su comida de bebé, pide que te ayude a cocinar, estará bastante más animado a la hora de comer algo que él mismo preparó.
No los hagas limpiar el plato. Si no quieren más, no hay que obligarles, pero tampoco darles postre. Si no hay más espacio en tu estomago, esperas hasta la próxima comida. Recuerda que sus estómagos son capaces de almacenar bastante menos que el de un adulto
Trata de ser cuidadoso con los condimentos, ya pueden ser demasiado para ellos.
Sobre el postre, trata de que toda la familia adopte la fruta. Puedes presentarla de diferentes formas; rallada, dentro de gelatina, combinada con mouse, etc. La idea es hacerla atractiva.
Ya verás que en unos meses, tu pequeño olvidará la comida de bebés y se sentará a la mesa a consumir lo mismo que el resto, costumbre que también es bueno seguir en restaurantes, no cayendo en los horrendos menús de niño.