No existe un método de crianza universal y, cada familia elige el que más se adecua a lo que buscan o su forma de ser. Una estadounidense que vivía en París, se asombró por cómo se comportaban los niños franceses.
De vuelta en Estados Unidos, publicó su libro “Bringing up Bébé,” en el que describe las ventajas del sistema de crianza francés y sus resultados.
Niños educados al estilo francés
Lo primero que le llamó la atención a Pamela Druckerman, es que en los restaurantes franceses no existía un menú infantil, ese que normalmente está reducido a nugets de pollo, papas fritas y espagueti con queso. En Francia, los niños comen lo mismo que sus padres.
A continuación, se dio cuenta que los niños no armaban escándalos en las mesas o salían corriendo: Los padres, no viven buscando complacer a los pequeños, sino que esperan que aprendan a comportarse siguiendo su ejemplo.
La autora siguió observando el comportamiento de los niños franceses en varias partes: El parque, calle, cafés y lugares al aire libre. Notó que los padres, si bien son afectuosos y atentos, no están todo el tiempo encima de los pequeños, por lo que estos aprenden a ser autónomos.
Para Pamela Druckerman, el secreto de la crianza francesa está en perseguir los mejores intereses del niño, pero sin que el mundo gire alrededor de los niños, adaptándose.
Asimismo y, gracias a la gran cantidad de culturas que conviven en la ciudad, los niños absorben conocimientos y aprenden tolerancia y a relacionarse con todos. En el parque, los adultos pueden estar separados, pero los chicos no tienen barreras a la hora de jugar.
Los chicos, son los que aprenden a funcionar en un mundo creado para todos. No por eso deben aburrirse, si han visitado París seguro se sorprendieron por la tremenda cantidad de carruseles por todos lados y sus extensos parques.
¿Qué podemos aprender de la educación al estilo francés?
Dudo que todos los padres franceses hayan leído un libro que les indique cómo educar sus hijos y, por supuesto que hay niños malcriados como en cualquier lado, pero igual podemos aprender un par de cosas de lo descrito en Bringing up Bébé.
Una vez que el primer hijo empieza a comer sólidos, toda la alimentación de la familia cambia. Pasamos a comer como el niño y, nuestra dieta en casa es igual de cerrada que la descrita en los menús infantiles.
El enseñarles a comer como nosotros es un buen paso, introduciéndoles de a poco a nuevos sabores y texturas.
Otra cosa importante, es el dejar de centrar toda actividad en los niños. Los chicos perfectamente pueden aprender a disfrutar de cosas que no son hechas a su medida. Los padres, tienden a alejarse de actividades en las que no participan otras familias con niños, lo que les cierra el mundo a chicos y grandes.
Basta con observar qué es lo que no nos gusta de la vida de padres y, la forma de ser de nuestros hijos, para iniciar el proceso al cambio. No les educaremos al estilo francés, pero si tendremos una idea de qué estrategias utilizar.