Mi sobrino de 6 años ama los Angry Birds, le gusta la estética, humor del juego y la posibilidad de ir superando niveles de acuerdo a pistas que los adultos le van dando para mejorar su puntería.
Si fuese por él, se pasaría una hora jugando, por suerte eso no queda a su control. Con él, he creado un método para llevar a los Angry Birds a la vida real y les voy a contar cómo implementarlos en casa.
Angry Birds en el mundo real
La premisa de Angry Birds es muy sencilla: Derribar a unos cerdos con la suficiente puntería para pasar o botar estructuras, lo que va subiendo en dificultad. Si lo miramos con simpleza, no es muy diferente a lanzar una pelota a una pila de latas.
Nosotros, decidimos construir nuestro propio escenario de Angry Birds, utilizando cajas de diferente tamaño, torres con cojines y, por supuesto, un poco de ambiente haciendo efectos especiales con la boca.
Con José Miguel, usamos sus peluches de Angry Birds y de los cerdos para lanzar y derribar, pero puedes utilizar cualquier animal de peluche. Incluso, puedes colorear una dibujo de Angry Birds o Cerdos y colocarlo como mascara en otro peluche.
A la hora de lanzar, no hemos creado una resortera gigante, sino que la dificultad va por la zona desde la que tira su Angry Birds; ya sea a mayor distancia, un ángulo complicado o a ciegas, escondido tras un mueble.
El construir y luego jugar, puede ocupar una buena cantidad de tiempo y de paso ayudarle a aprender diferentes cosas. Pueden jugar varios niños e incluso hacer campeonatos.
Angry Birds con legos
Si no tienen el espacio para armar un escenario grande, igual pueden jugar con uno más pequeño y para el que utilizaremos cualquier figurita para los cerdos, y una mini pelota, de esas tipo salatarina, para que haga el rol del Angry Bird.
Utiliza bloques de lego para construir un escenario y cajitas de pequeño tamaño, como de jugo o leche individual.
Para hacer mas divertido el lanzamiento, puedes crear una mini catapulta con una cuchara e ir probando cuánta fuerza se necesita y cuál es el mejor ángulo.
Ambos juegos, son ideales para niños entre 6 y 12 años, incluso los adolescentes y adultos van a unirse a la diversión.
José Miguel sigue disfrutando de sus 5 minutos de juego en el iPhone, pero no le falta entusiasmo a la hora de crear estructuras cada vez más complicadas para disfrutar en un día de lluvia o cuando queramos estar en casa.