Los bebés, necesitan varias siestas al día y, al llegar a los dos o tres años de edad, las siestas se van haciendo más escasas hasta terminar llegando a los cuatro años. Una cosa es el dicho y otra es el hecho.
¿Cómo ayudar a que mi niño deje las siestas? A los cuatro años, muchos niños empiezan la educación formal y, en su rutina diaria ya no hay lugar para la siesta, ya que muchos van a la escuela por las tardes.
Dejando la siesta
Cortar la siesta de un día para otro es demasiado fuerte, ya que el niño está acostumbrado a un horario y, un cambio repentino, puede tener consecuencias en sus actividades diarias.
Si ves que es momento para dejar la siesta, hay que preparar a tu hijo. Normalmente, un niño de cuatro años que sigue durmiendo un rato por las tardes, no lo hace por más de 45 minutos.
Lo que podemos ir haciendo, es llevarle a la cama más temprano que lo normal y dejarle despertar más tarde. Así, a la hora en que suele tomar su siesta, todavía se sentirá con energía.
Si en esos primeros días, todavía muestra una tendencia a querer descansar, trata de que su periodo de sueño no sea largo o demasiado profundo. En vez de acostarlo en su cuarto con cortinas cerradas y sin ruido, déjale tener un sueño liviano o un tiempo de descanso en un sillón, sin actividades extra.
Poco a poco, el pequeño irá dejando atrás la siesta. Hay que asegurarse que el niño no se sienta cansado, por eso el levantarse más tarde y, en la hora que antes correspondía a la siesta, añadir una actividad atractiva pero tranquila.
Si es que hay un hermano o hermana menor que todavía duerma la siesta, trata de acostarlo a una hora en que tu chico mayor esté ocupado y explícale que su hermanito está durmiendo ya que todavía es muy pequeño.
Qué hacer si el niño está muy cansado
Si bien lo recomendable es que la rutina de sueño se mantenga sin cambios, no importa si es fin de semana, habrá momentos en que el niño se acostará más tarde o tendrá actividades muy cansadores.
Tal como los adultos, una siesta no daña a nadie cuando es necesaria y eso se notará fácilmente en los niños, incluso aquellos que se acercan a la pre-adolescencia. Un niño enfermo o que trasnochó, se verá beneficiado de una siesta.
Utilizando este método, el niño irá olvidando la siesta de forma gradual, acostumbrándose a sus actividades de chico grande, con tiempo libre para jugar o realizar todo tipo de actividades, sin la obligación de irse a la cama, quiéralo o no.
Feliz año!