Los chicos son traviesos por naturaleza y, en sus primeros dos años de vida su curiosidad puede jugarles en contra, aunque es difíciles que comprendan lo que son las consecuencia.
A los dos años, los niños están en condiciones de saber que algo que hicieron es malo y de aprender a modificar sus conductas. Pero ¿Cómo disciplinarlos?
Cuándo empezar con los castigos
Castigos es un termino muy amplio y se trata de una forma de disciplina que debe ser positiva, demostrando que hay efectos para sus acciones, siendo una forma de aprender y crecer.
Los dos años son la edad ideal para probar nuevas formas de disciplina, dejando fuera los castigos físicos que, a ninguna edad debemos usar. El castigo debe ir acorde a la edad y, en el caso de los más pequeñitos, ser inmediato y efectivo.
Los primeros castigos
Hasta los cuatro o cinco años, los niños no son capaces de entender bien el concepto del tiempo. Si yo reprendo a un chico de 3 años y le digo que el fin de semana no comerá helado, no hay ningún efecto, ya que el único tiempo que comprender es el ahora.
Por ello, ante una mala acción o berrinche, el castigo debe ser inmediato. Puedes ir desde los llamados “tiempos fuera” a quitarles algún juguete o terminar con una actividad.
Siempre, antes de castigar, debe haber una advertencia y reprimenda verbal. Si un comportamiento negativo sigue repitiéndose, es hora de tomar acción, la que es diferente dependiendo de la edad.
A los dos años, el castigo más efectivo es terminar con la actividad. Si está jugando con su postre, tirándolo o escupiendo, se los quitamos y termina la hora de la comida. Si golpea o pelea por un juguete, se le quita ese juguete, etc.
El tiempo fuera
A partir de los tres años, el llamado “tiempo fuera” es efectivo. Se trata de eliminar actividades y estímulos por un periodo determinado, durante el cual podrán calmarse y estar listos para continuar con su rutina.
El tiempo que dure el castigo, depende de la edad. Lo lógico es un minuto por año de vida. Para un chico de 3 años, serán 3 minutos, para un niño de 4, corresponden 4 minutos, etc.
Durante esos minutos, que deben ser cronometrados y con una alarma que haga saber su fin, la TV permanecerá apagado y los juguetes fuera de su alcance. Ese corto periodo sirve para que saquen su frustración, se calmen y estén listos para seguir con su día.
Una vez que suena la alarma, nos acercamos, explicamos nuevamente porqué fue el castigo y lo que acaba de aprender y, con un abrazo, lo invitamos a realizar una actividad diferente.
Algo muy importante, es no ceder ni cortar el tiempo en medio del castigo. El niño va a gritar y esos minutos nos parecerán largos y muchas veces nos sentiremos “malvados,” pero se trata de una forma de disciplina positiva y que lleva a una enseñanza.
El castigo debe ser justo y sólo cuando se requiera. Como dijimos al principio los chicos son traviesos y, en primera instancia pueden no saber que la conducta es errónea, por ello lo importante de la advertencia.
Con disciplina positiva, nuestro niño crecerá rodeado de amor y sabiendo que existen limites para sus acciones, que darán paso a una persona respetuosa y bien educada.