Es un clásico que los chicos escriban una carta a Papá Noel, indicando qué es lo que desean para navidad. En el caso de la mayoría de los niños, parece más una orden de compra industrial que una misiva dirigida a un personaje mágico.
Hoy, padres y niños han perdido el sentido de la figura de Papá Noel; puede ser un personaje que viene a cumplir sus deseos o también que les castigará si es que no se comportan.
El escribir una carta a Papá Noel, es una tradición que no deberíamos perder y, lo ideal es empezar a cultivarla desde que son pequeños, no importa si todavía no saben escribir.
La misiva a Papá Noel, debe ser un ejercicio en donde el niño no sólo indique los regalos que quiera, sino que también haga una retrospección (por supuesto que conforme a la edad), de lo que el año significó para él.
En la carta, el niño debe ejercitar su imaginación y también reflejar lo que siente y piensa del mundo que le rodea, incluyendo a su familia, amigos y experiencias que ha recogido.
No pretendamos que sea un ensayo académico, pero si un momento en donde, además de divertirse soñando, piensen en lo que han vivido. Una buena forma de alentarlos, es escribiendo nuestra propia carta.
Por ejemplo, podemos sentarnos con nuestro niño de tres años y empezar a contarle las cosas que más nos gustaron del año, aquellas que querríamos mejorar y lo que desearíamos ver bajo el árbol.
Para hacerlo más divertido, podemos utilizar narraciones en forma de cuento, estimulando de paso su imaginación y expresión.
A la hora de indicar a Papá Noel que regalo quieren, podemos pedirles que también escriban cómo lo van a usar o qué quieren hacer con el. Eso les servirá para evaluar si realmente lo desean, quizá les sirva para cambiar de idea en torno a un juguete que vieron en TV pero no conocen.
Escribir la carta a Papá Noel puede transformarse en una tradición familiar que todos disfruten, incluso cuando ya sean más grandes. Así, de paso los adultos aprovechamos de examinarnos y alentar a que los chicos hagan lo mismo.
A tomar lápiz, papel y sentarnos a crear la carta. Lo más chiquitos pueden dibujar y, los hermanos mayores, asistirles. Una vez listos, las cartas van a papá y mamá, encargados de asegurarse que lleguen al Polo Norte.
Les recomiendo que guarden las cartas, ya que quedarán siempre como un lindo recuerdo de nuestros niños y como fueron creciendo, con el espíritu de una época del año en donde la ilusión tan propia de la infancia brilla más que nunca.