El llorar es la única forma de comunicación de los bebés, pero la practica continua en niños más grandes, en momentos de dolor o frustración. Seguramente, habrás visto como tu hijo pequeño llora enojado hasta quedar rojo.
En algunos niños el llanto se calma pero otros, a veces de forma consiente, retienen la respiración hasta quedar morados, en lo que se conoce como apnea emocional.
Qué es la apnea emocional
La apnea emocional, es la retención de la respiración que realiza el niño como una forma de protestar o llamar la atención del adulto. Se trata de un comportamiento aprendido: Probablemente, notaron como sus padres le dan atención al llorar mucho y creen que, repitiendo el escenario, conseguirán lo que quieren.
La apnea del llanto o emocional es muy diferente a otras apneas que se producen de forma involuntaria. Acá, es el niño quien la controla y, si bien se produce en pequeños de más de un año, durando incluso hasta la etapa preescolar, se ha visto en bebés desde los seis meses.
Un niño que retiene la respiración, toma un color morado producto de la falta de aire y, su cuerpo puede ponerse rígido. Algunos niños, saben que si lloran mucho terminarán vomitando y, así, sus padres correrán a socorrerlo.
En casos extremos, niños de hasta seis años siguen practicando la apnea emocional, eso hasta que aprenden a comunicar y buscar formas más expresivas de llamar la atención.
Ningún niño se muere por retener la respiración, ya que el cuerpo la reinicia automáticamente por reflejo antes de que se provoque algún daño, por lo que se trata sólo de una manipulación y no un problema medico.
Qué hacer si mi niño utiliza la apena emocional
Con la apnea emocional, los niños buscan llamar la atención de los padres y obtener lo que desean: Ya sea que lo tomen y mimen o, ese objeto u actividad que se les había negado.
Las primeras veces, los padres se preocuparán, pero las siguientes sabrán que se trata de una manipulación, aunque es muy difícil ver a nuestros niños en ese estado.
La mejor solución ante un niño que retiene la respiración a propósito, es ignorar la conducta.
Nunca te muestres nervioso o angustiado, el chico necesita saber quién está a cargo y que, sus rabietas, no le hacen ganar nada.
En niños mayores que siguen con apneas del llanto, puede ser necesario un tratamiento sicológico que les ayude a obtener las armas para comunicarse de forma adecuada.
Paciencia y consistencia; las dos claves del comportamiento que deben tener los padres ante sus pequeños manipuladores. Si tu hijo se ve mal o falto de aliento luego de su episodio, lava su cara con un poco de agua y verás como se recupera.
Durante la rabieta y, si notas que está muy morado o rígido, dale pequeñas palmaditas en la espalda para activar el reflejo de la respiración. Una vez que esté mejor, vuelve a ignorarlo.
Los pequeños son los mejores manipuladores del mundo y, cuando crezcan, con amor y limites claros, aprenderán que existen mejores formas de obtener lo que desean siguiendo reglas.